Luz y dolor

«Ganarás la luz con el dolor de tus ojos».

Palabras con saborcillo a aura migrañosa de León Felipe.

lux

Huye, dolor de cabeza

Filina de Tesalia ahuyentaba las migrañas con palabras.

gr

«Huye, dolor de cabeza, huye, agotado, bajo una roca.

Huyen los lobos, huyen los solípedos corceles,

acuciados por los golpes por obra de este cumplido

encantamiento mío».

 

Así sea.

 

Haiku migrañoso

Vittore Carpaccio, Joven caballero en un paisaje. Detalle

Ave rapaz,

migraña sobrevuela

mis sienes presas.

Gracias a Angi por el aporte cetrero y certero que inspiró este poemita.

«Migraña con aura», poema de Francisco Javier Casado

Si pudiera tocar la pureza
sin tocar la pureza

sacar de la chistera
una cabeza nueva

bendecir los pensamientos
de un ateo moribundo

si pudiera ser feroz
en la blindada transparencia
del palacio de los espejos

todo lo que imaginas en formol
ningún sustantivo más abstracto
que cielo y tierra bajo tu lengua

si la fiebre conjugara
la persona del verbo

si mi herida sangrara invertida
y mis sueños reventasen
las carótidas del tiempo

si tachando el siguiente verso
éste borrase el anterior
(y quedara menos que silencio)

si pudiera apagar
la palabra palabra
y dormir la mona cenicienta

si pudiera dejar de desear
este poema con migraña con aura

pero el daño está hecho

y cuanto más me alejo
del centro del laberinto
más siento

                              el ojo de la espiral.

[lunaceronte.blogspot.com.es, septiembre 2009]

«Migraña», un poema de Luigi Amara

Oprimida en la prensa
de las horas inútiles,
como una nuez deforme, huraña,
que descree del castigo,
de tal modo en tensión
y torturada,
sostengo mi cabeza entre las manos,
mientras el mundo silba, lejos,
su insultante salud.

Debajo de la lengua
una nueva pastilla se disuelve
con el dulzor de la promesa.
«Los suplicios más simples
comportan la belleza del mal.»

Las gotas se suceden
una a una,
siempre en el mismo punto,
en descargas de furia
de un reloj de dolor.
Todo brillo me hiere
y todo brilla;
cada latido es un tambor que irrumpe
con modos de aprendiz
en la caja del cráneo.

Traslado mi cabeza
como un jarrón de Ming
entre mis torpes manos,
y afuera el mundo canta
su terrible esplendor.
«Tanta salud ofende»
—insisto. ~

[Letras Libres, mayo 2003]

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