Diálogos migrañoides III: Desayuno con calmantes

morning

—Eh. Eeeeehhh.

—Zzzzz.

—Vamos, despierta.

—Ah. Eres tú.

—Buenos días.

—¿Todavía estás aquí?

—Después de la noche que pasamos, no podía irme así sin más…

—Por mí no lo hagas: vete cuando quieras.

—Siempre haces lo mismo. Me arrastras a la cama y luego cuando te despiertas no quieres saber nada de mí. ¿Podrías dejar de revolver el botiquín un momento y prestarme un poco de atención? Estás hiriendo mis sentimientos.

—Ay, señor…

—Vuelve a la cama conmigo, anda.

—Ay.

Cuando tienes migraña y en el piso de arriba hay obras

Cuando tienes migraña y en el piso de arriba hay obras.

Nooooo

Diálogos migrañoides. II: Alto y claro.

—¡Que me dejes!

—Te olvidas de que este blog no sería posible sin mí…

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Diálogos migrañoides. I: Romantic mood.

Love is in the ground (Tours, 2008)

—Eh… Oye. Estoy aquí. Hazme caso.
—Venga ya…
—Hace tiempo que no nos vemos.
—¡Pero si nos vimos la semana pasada!
—Fue muy poco rato. Hoy vengo a pasar el día contigo.
—¿Hoy? Pero si es mi único día libre en toda la semana…
—Es que siempre empiezas a darme largas si te visito cuando estás trabajando. Pero vamos, que puedo volver mañana.
—Mañana trabajo todo el día. Y pasado. No me hagas eso…
—Pues me quedo hoy que libras.
—Pero tengo muchas cosas que hacer.
—Siempre igual. Siempre tienes muchas cosas que hacer. Quiero que me hagas caso ahora. Podríamos pasar la tarde en la cama. Bajamos la persiana y lloriqueamos cada vez que los vecinos hagan ruido.
—Sí, hombre. Con el día tan bonito que hace. Me gustaría que me diera un poco el sol.
—El sol es malo, da mucha luz. Sol caca.
—Vete.
—No.
—No quiero escucharte.
—Puedo hablar más alto.
—Paso de ti. Que lo sepas. Me voy a tomar un analgésico.
—Muy bien. Ya lo acompaño yo al estómago.
—¡Nooo! Deja mi estómago en paz, por favor…
—Bueno… Si te encierras conmigo en tu cuarto ahora.
—Ya tengo planes para esta tarde. Tengo tareas pendientes y luego he quedado. Déjame, anda, no seas pesada.
—Eres muy desagradable conmigo.
—¿Yo soy desagradable? ¡Ja!
—Qué te he hecho para que me hables así…
—Me haces daño.
—Pero es porque te quiero.
—Pues no me quieras tanto. Haces que me pierda un montón de cosas.
—Qué desagradecida eres… ¿Es que no he hecho nada bueno por ti?
—…
—Como cuando hice que te fueras súper pronto de ese cumpleaños que, claramente, iba a ser un rollo. Y luego está cuando te visitaba siempre después de que quedaras con cierto chico, porque yo sabía que no te convenía. O aquella vez que te impedí ir a aquel evento y evité así que te encontraras con tu ex. Dime, ¿no te hice un favor acaso?
—Si pudiera te mandaba a la mierda.
—Ya. Pero no puedes.

Yo tenía un blog en Internet

Meryl Streep cuando hacía con que tenía una granja en África.

Meryl Streep cuando hacía con que tenía una granja en África.

Una de mis películas favoritas hace alusiones continuas a Memorias de África. Por ejemplo a esa mítica frase inicial: «Yo tenía una granja en África«. Me gusta tanto que hasta quería hacer una tesis sobre ella. Aunque resulta que hacer lo que nos gustaría no siempre es fácil…

En unos días participo en una cosilla literaria y en el evento feisbuquero hay una mini biografía de una servidora en la que aparece el enlace a este pequeño espacio migrañoide. Parece ser que eso ha hecho que hoy haya un pico curiosote de visitas. Ay, qué clase de escritora tarda meses en actualizar un blog que encima habla de crear. Qué van a pensar estos lectores de mí. Así que, para que no parezca que paso del tema, hoy me he lanzado a hacer una de esas entradas de justificación.

Yo tenía un blog en Internet, al pie de mi página de marcadores. Hablaba de migraña y de creación y me divertía descubrir lo que daba de sí el tema. Me sentía mejor, hasta tenía la sensación de que me dolía menos la cabeza. Lo que pasa es que después vino el momento de buscar trabajo, porque hay que vivir, y empecé a colaborar en revistas y en blogs y en eventos varios. Y además encontré trabajo. Y además la vida es más que trabajar y hacer colaboraciones en cosas culturales entre migraña y migraña. Total, que como a tantos y a tantas bloguers, llegó para mí el fatídico día en que actualizar mi sitio se convirtió en misión imposible. Y eso no puede ser, que todavía tengo en mente unas pocas de entradas que mezclan el dolor de cabeza con cosas interesantes. De verdad, no es un farol. Prometo que algún día, poco a poco, os lo iré contando.

Pero de momento, voy a encender la lampara de mesa que está junto al libraco gordo recién abierto y a ponerme un whisky o algo parecido. Buenas noches, queridos seres migrañoides y no migrañoides. Hasta prontico.

Quebraderos de cabeza

Queridos seres ultra migrañoides, pseudo migrñoides y no migrañoides. Es verano. ¿Sirve eso de excusa para justificar el tiempo que ha pasado desde mi última publicación? Explicaros qué ha pasado en este tiempo sería largo. Por supuesto ha habido migrañas, pero no solo: aunque a veces no lo parezca los migrañosos también disfrutamos de la vida. Ha habido aeropuertos, cine, libros, higos y peras, conversaciones, vino, bicicletas, parques, conciertos, siestas, entierros y cumpleaños, playas, dolores -por supuesto-, carreteras, lluvia, madrugones, helados, reencuentros y despedidas. Digamos que lo que viene siendo la vida.

El tiempo pasa. Lo sé porque lo he oído en varias canciones: «hoy ya es mañana», dicen unos;  «as the present now will later be past», dice otro. Y no pongo más ejemplos porque ya se os ocurren a vosotros, seguro. Vamos, que de repente te das cuenta de ese pequeño detalle y te entra el agobio. Algunos tendréis más de un papeleta: rondas la treintena-estás en paro-no estás seguro/a de lo que quieres-ya se hace de noche antes-las presiones familiares te abruman-tienes las gafas sucias aunque las acabes de limpiar-muchas de las personas que te rodean están en situaciones no mucho más fáciles-qué decir de las dificultades sentimentales-la tortilla se te pega-no sabes cómo te las has apañado para haber procrastinado tanto si no has parado-antes corrías tres veces por semana y aguantabas tranquilamente más de una hora, ya no. Os puede parecer una chorrada pero de verdad que hay gente así.

Cuando recuerdas esa situación tan embarazosa...

Total, que te preguntas ¿cómo arreglo yo esto? Y te pones a pensar y a pensar hasta que aparece un hilito de humo elevándose sobre ti. Si eres un humano corriente es posible que esta situación sea para ti un quebradero de cabeza, si eres uno migrañoide puedes ir preparándote para ese ritual que tú y yo sabemos.

Eso sí, como es septiembre no desentonas mucho. Parece el momento ideal de renovar propósitos, al menos hasta el 31 de diciembre. La vuelta al cole y esas cosas. Es lo que toca: nuevo «curso».

Así que, amigos y amigas, migrañoides o no, no estáis solos en esto, ¡ánimo!

Ay, la vida. La vida y sus quebraderos de cabeza.

¿Es Bob Dylan un ser migrañoide?

BobQue sí: que la primavera la sangre altera y bla bla bla. Ya lo sabemos. Quién no se ha enamorado (aunque sea un poco) en estos meses de alergia, dificultades para acertar con el vestuario y perturbadores cambios horarios… Si a todas las alteraciones típicas primaverales le sumamos los estados de trastorno del enamoramiento, el resultado es, básicamente, una movida; como ocurre con el amor, son muchos y muchas quienes han intentado explicarse eso de la primavera, destacando especialmente poetas y científicos. No hablemos ya de los efectos que todo esto puede tener en los seres migrañoides, como apuntaba Freud. Qué bonita montaña rusa.

Pero quizá el mayor inconveniente migrañoso de la primavera tiene que ver con la crudeza despiadada de los cambios atmosféricos. Esto es así, quien lo probó lo sabe. Hace tiempo, en mis primeros años de universidad, cuando no había asumido aún mi condición de migrañosa y me peleaba con el dolor en lugar de aceptarlo, me atendía un médico guineano. En una ocasión (recuerdo que era primavera también) le expliqué que cuando cambiaba el tiempo mis dolores de cabeza eran difíciles de soportar. Sus palabras se me han quedado grabadas, en parte por el tono y el acento con los que hablaba y sobre todo por el efecto sorpresivo y también apaciguador que tuvieron. «Cuando hay cambios atmosféricos los animales son los primeros en notarlo y se ponen inquietos. Nosotros una vez fuimos animales, aunque no solemos tenerlo en cuenta. Y algunas personas conservan bien algunas características de esa herencia, como por ejemplo la capacidad para presentir esos cambios». En esa especie de aletargamiento postmigrañoso en el que me hallaba, me imaginaba siendo una más en la sabana junto a antílopes y felinos, corriendo a recluirme entre los árboles para aliviar mis síntomas.

You don’t need a weatherman to know which way the wind blows, cantaba Dylan. Precisamente el viento es uno de los factores atmosféricos más universalmente aceptados como desencadenante del dolor de cabeza. Es lo que mi dadora migrañoide mi madre, en este caso, llama con cierto resentimiento airucio.

Otro factor a tener en cuenta, al menos en mi caso más icluso que el aire, es la luz. Hay luces horripilantes, más malas que Hannibal Lecter, Jason y Freddy Krueger juntos: cinco minutos con ella pueden ser letales. Para que los no migrañosos os hagáis una idea: imaginad que tenéis una resaca del copón (nunca mejor dicho) y estáis en un sitio con fluoresecentes medio gastados parpadeantes mientras fuera está nublado pero luminoso y que durante mucho rato miráis fijamente a ambos focos. Esa sensación de ahogo, de sofoco, de dolor en los ojos… Terrible. Y en ese momento del año que está entre el invierno y el verano, los cambios de luz y de temperatura son frecuentes, por lo que los seres migrañoides estamos expuestos al peligro, como vampiros. The light in this place is so bad making me sick in the head, cantaba Dylan.

Corren tiempos difíciles para quienes quieren escaparse de la migraña: posibles enamoramientos, cambios atmosféricos… Las crisis en estos días pueden ser persistentes. Well, early in the mornin’ ’til late at night I got a poison headache, cantaba Dylan. Pero que no cunda el pánico; recordad de vez en cuando el dolor acaba por irse, siempre.

Por cierto, ¿no os parece que Dylan sabe mucho de dolores de cabeza?

wind blows

 

Noches especiales

noche

Debía de ser muy buena cuando era pequeña, porque los Reyes me dejaban regalos no solamente en mi casa, sino también en la de mi vecina, que me trataba como si fuera de su familia y a la que yo tenía (y tengo) el aprecio que se siente por un familiar querido. Pasaba muchos ratos con ella y aún recuerdo algunas de las cosas que decía. Todavía conservo la costumbre de pedir un deseo si miro al cielo al atardecer y veo una sola estrella.

   —Al pedirlo hay que cruzar los dedos y luego alguien te los tiene que descruzar.

   —¿Y si no hay nadie en ese momento?

   —Pues tendrás que aguantar así hasta que encuentres quien te los descruce. Si no, no se cumple.

Un tanto engorroso, lo sé. Pero me cuesta resistir la tentación, a pesar de haber descubierto con el tiempo que en realidad pido mis deseos a un planeta, no a una estrella.

Mi vecina tenía más teorías curiosas. Como la del día de Reyes: decía que después de muchos años había comprobado que las probabilidades de que el 6 de enero haga bueno son más que altas.

   —Es como si alguna fuerza del más allá tuviera el detalle de dar tregua al invierno durante este día para que los niños puedan disfrutar de sus regalos de Reyes antes de volver al colegio —decía.

Ay, el encanto del día de Reyes. Y de la noche. ¿Cuántos casos de insomnio infantil podrán contarse en estas fechas? Y quién no ha vivido una de esas noches claras de invierno, especialmente despejadas y llenas de estrellas.

Qué mejor ejemplo visual que la Noche estrellada de Van Gogh. No son pocos (entre ellos médicos y artistas) los que afirman que las mezclas de colores utilizadas por Van Gogh están relacionadas con sus padecimientos mentales y migrañosos. El fuerte resplandor borroso de las estrellas del cuadro hacen pensar fácilmente en un aura.

Después de todo, quizá la próxima vez que tenga ocasión cruzaré los dedos pensando en la migraña. Imagino que es probable que los seres migrañoides que están leyendo esto piensen lo mismo.

De momento, feliz día de Reyes a todos y todas.

Feliz año nuevo

Mi migraña y yo os deseamos un 2014 fetén.

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